Aquí os dejo la última parte del relato de Sara y la poesía de Tomás de hoy, espero que os gusten y que disfrutéis leyendo este artículo, yo me despido ya hasta mañana.

Elena



Elena se encontraba en la profundidad del río y, a pesar de que las aguas avanzaban velozmente, ella permanecía inmóvil. Una enorme burbuja de oxígeno la rodeaba y le impedía ahogarse. Miró hacia arriba y observó que el cielo había cambiado. Ahora no podía ver ni una sola nube, y el Sol relucía con fuerza sobre el paisaje.

Entonces ocurrió. Unos pequeños pies se zambullieron en el agua, y una niña provista de un bikini rojo estampado empezó a nadar por la superfície. Elena reconoció enseguida aquel bikini. Tendría seis años cuando su madre se lo compró, como regalo de fin de curso. Fue la envidia de todas las niñas del pueblo, pues el bikini era de Italia, nada más y nada menos, y eso para unas niñas de seis años queda tan lejos que parece haber venido del cielo.

La niña empezó a bucear. Parecía buscar algo.

“No, esto no puede estar pasando”, se dijo Elena.

La niña giró la cabeza y la vio. La vio a ella. Empezó a bucear hasta alcanzarla y permaneció allí un tiempo, inmóvil, mirándola a los ojos y sonriendo.

Elena no daba crédito a lo que veía. ¡Era ella de pequeña! ¡Era ella, treinta años atrás! Se había reconocido al instante y ello quería decir que no había cambiado tanto. Quería decir que aún tenía tiempo de volver a ser aquella niña. La pequeña le tendió la mano y Elena la agarró con fuerza. Por primera vez en aquel día, sintió miedo.

Un segundo más tarde, Elena emergía a la superfície, llenando con fuerza sus pulmones. Buscó la mano de la niña y encontró la de Carlos:

- Cariño, ¿estás bien? ¡Elena, contesta! ¡Elena!

- Sí, sí... Es...es...toy bien – acertó a contestar Elena. - ¿Dónde está la niña?

- ¿Qué niña? Aquí no hay ninguna niña.

- Ella me sonrió. Llevaba un bikini rojo. Me cogió de la mano. Ella... Ella era yo

- Tranquila, cariño. Tranquila. Todo ha pasado. Tranquila. Jamás te dejaré sola. Te quiero.

Elena abrazó con fuerza a Carlos. Sonreía. Sonreía con todas sus fuerzas, porque ya sabía quién era. Su niñez se lo había recordado.

A lo lejos, pareció intuir la silueta de una niña que, cubierta con su toalla preferída, se alejaba de la mano de su padre. Ella volvió la cabeza una vez más y una última sonrisa devolvió a Elena a la vida. A la vida que a partir de ahora empezaba sólo para ella.


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Ya ha terminado el primero de los relatos cortos de Sara, con un bonito final (De ahí la foto) para dejar un buen sabor de boca, que siempre es de agradecer (Ya tenemos suficientes preocupaciones y sufrimientos en el día a día). Espero que os haya gustado tanto como a mí el relato de Sara, la semana que viene empezará otro.
También me gustaría conocer vuestra opinión, ¿qué os ha gustado más? ¿Los relatos o los microrelatos?
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Sin título


Esperar,
Que el tiempo pase
Y que no vuelva jamás.
Soñar,
Con días soleados en el mar,
Con noches de tormenta a mi pesar
Soy pescador de versos,
Pecador tras los huesos
Y frío en el alma.
Volar,
Entre montañas y valles.
Nadar,
Entre ríos y mares.
Para poder escapar
De todos mis males,
Para poder rogar
Que cesen todos mis disparates,
Para poder olvidar
Que olvidando empecé a recordar.


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